·LUCIO· Parto en Agua
/En medio del trance que aturde la mente en el limbo entre el sueño y la vigilia, vino a mí un niño, en mi diminuto estudio cuando vivía en un suburbio parisino en Francia, un niño asustado, no lo vi, lo sentí; supe que era de ascendencia árabe, de unos siete años, él huía o sólo estaba desamparado, buscaba protección, sin palabras me pidió permiso de acostarse en mi cama, yo lo acepté, sentí el peso de su cuerpecito que hundía el colchón detrás de mí, no volteé , me sentí tranquila y supuse que él había encontrado lo que buscaba.
Al día siguiente, una pitonisa -como esos personajes que le aparecen a uno en la vida; esos ángeles, esos monstruos y hadas madrinas- me contó un sueño que había tenido en donde su padre, recién fallecido, le daba un mensaje; yo recordé que había tenido esta experiencia rara también y se lo conté. Ella dijo "era tu hijo" e inmediatamente se sorprendió de haber dicho eso, pero aseguró que por algo lo dijo.
Poco más de un mes después, quedé embarazada, yo no lo supe ¡hasta casi el cuarto mes!
Fue un embarazo difícil, con muchas revelaciones, fue muy doloroso pero descubrí infinidad de cosas, un universo nuevo para mí, sensaciones, sentimientos, cambios físicos y metafísicos.
La decisión de tener al bebé en un un parto humanizado, la promovió el papá de mi hijo. Yo al principio dudaba, pero al investigar y hablar con personas que habían tenido la experiencia, me sentí más confiada. Tuvimos una preparación en pareja, yo leí muchísimo, traté de preparar mi mente, aunque siempre fui yo sola, es decir, nunca le hablé o traté de hacer un vínculo con el bebé que cargaba, eso no puedo entenderlo todavía. El abuelo paterno de mi bebé falleció un mes antes de su nacimiento y también pasó algo inexplicable en ese hecho.
Nuestro parto fue increíble, ninguna experiencia de ningún tipo -más que la misma de mi propio nacimiento, si la recordara- podría compararse con ella. A las 41 semanas de gestación, empecé a sentir lo que describían libros, manuales y sitios de internet como trabajo de parto, me sucedía, exactamente, el paso 1, 2 y 3. Era lunes y desde muy temprano sentí contracciones suaves pero con ritmo, era mi primer embarazo y ahora puedo asegurar que una mujer sabe, con ese sabio cuerpo, sabe cuándo es el momento. El día transcurrió y el trabajo avanzaba, yo hacia lo mismo de todos los días, comí con mi mejor amiga y le dije que ya venía el bebé, preparaba sushi en casa para la cena y las contracciones, ya intensas, interrumpían mis movimientos. El trabajo avanzaba junto con la noche, para la una de la mañana llamamos a mi doula (partera, preparadora y ayudadora del parto), ella dijo que todavía podía esperar en casa, el trabajo seguía, y aunque mi compañero quería dormir, ya no había manera de detener lo que era inminente. Después de las tres, tomé una ducha con agua caliente, como mi doula había aconsejado, pero lo que me esperaba era que el efecto relajador del agua se revertiría al terminar la ducha: ¡las contracciones se volvieron extremadamente intensas! Llamamos de nuevo y nos dijeron que ya era hora de ir al hospital.
Llegamos poco después de las 4 am. El obstetra y la doula nos esperaban, acababan de atender a otra pareja en el cuarto de parto psicoprofiláctico, y estaban preparando la bañera para mí, sin embargo, no tardé mucho en dar señales de estar ya en la última etapa del parto, me dijeron que entrara al agua (que aún no se calentaba) y ahí, Lucio se asomó, primero la cabeza, bajo el agua, luego girando para sacar el resto del cuerpo, tal como los manuales explicaban. La hora oficial del nacimiento de Lucio fue a las 7:25am. Después de un ratito bajo el agua, lo abracé, sin prisas, pasamos más de media hora con él, sólo celebrando su milagro, sintiendo la fragilidad de su cuerpo. Cuando el cordón umbilical dejó de latir, cuando ya había cumplido su función y pasado los últimos nutrientes al bebé, procedió el neonatólogo a pinzar el cordón, le dijeron al papá que cortara el cordón; entonces me dijeron que sería buena idea salir ya, que la placenta tendría que salir ya en la cama y que tal vez necesitara ayuda.
El bebé se quedó con su papá y nuestra doula en la sala de parto para que el neonatólogo lo midiera, lo pesara, lo limpiara, examinara y vistiera, mientras tanto el obstetra y su asistente me preguntaban si tenía ganas de pujar. Dije que no, así que dijeron que tendrían que ayudarme a sacar la placenta. Honestamente, para eso no estaba preparada y fue molesto y doloroso, aunque el trato del doctor fue muy humano y me explicaba que entre más tiempo pasaba, si la placenta no salía, cada vez era más difícil sacarla porque el útero ya estaba volviendo a su tamaño. Finalmente la placenta salió, el médico dijo que había sólo un problema (yo me preocupé), el problema era que yo estaba tan bien que sentiría que podría hacer todo y más, pero que debía guardar cierto reposo; no tuve necesidad de que me practicaran una episiotomía, ni me desgarré en la zona del perineo. Para cuando terminó la revisión, mi bebé ya estaba ahí. Nos felicitaron y nos dejaron solos. Pusimos la canción de "Look at me" de John Lennon y chillamos juntos.
Lucio pesó 2.820kg y midió 49cms.